Marga fué lo que podríamos llamar una bruja o una maga, aunque jamás habría aceptado que la llamara así. A ella le debo mi interés por los temas filosóficos y mágicos, y toda una serie de conocimientos sobre la magia de la Naturaleza. Recuerdo los largos paseos entre los árboles, en los que me explicaba pacientemente sus distintas virtudes y poderes, y esta es una pequeña recopilación de lo que me enseñó. Pasé largos años de mi vida, podríamos decir los que median entre la niñez y juventud. Con ella todo era sencillo, bonito, alegre. Sus palabras no demostraban egoísmo de ningún tipo y su mirada, vital, amable y reconciliadora incitaban siempre a la comunicación. Hoy, después de tanto tiempo transcurrido la recuerdo con mucho amor. De ella aprendí buena parte del tema esotérico en general, de la convivencia humana en particular, que unido a su forma de ser especial y positiva, dejó en mí una huella y una mundología, que ya me gustaría saber transmitir a todos mis descendientes. El autor.
