Un verano. Unas calles de fuego y polvo. Lucas y su madre afrontan la simple tarea de vivir, como tantos seres cuyos días transcurren al otro lado de las ventanas abiertas. El aire está poblado por miles de sueños, y pone un velo gris en los rincones y tejados que Lucas esboza en sus dibujos. Por un instante, la vida parece un poco hermosa. Pero en la ciudad la violencia late muy cerca de los sueños y el amor puede hallarse en un lugar equivocado. Quizá Lucas aprenda que la realidad transita a veces por un callejón sin salida; o quizá no le dé tiempo, porque el destino se adueña de ella y precipita su rumbo hacia un final incoherente.