Uno de los sonsonetes más cantados por el mundo artístico ha sido el deber de la originalidad. No somos nada si no aspiramos a lo auténticamente único. Jonathan Lethem toma el canto con las reservas de quien ha detectado influencias secretas y plagios descarados a todo lo largo del espectro de la cultura, y con certera provocación desmenuza y tira por la borda los supuestos que insuflan vida y orgullo a los acólitos de la originalidad. Tras una profusión de ejemplos y argumentos, para el final del ensayo queda muy poco del templo de los únicos y los renovadores.