“En los poemas de Oh Sae Young se reconcilia armoniosamente la poesía coreana tradicional con la poesía moderna, el canon de los símbolos e imágenes establecidas con la invención de nuevas formas. Se podría decir que nos sirve vino viejo en copas nuevas, que le dan un sabor característico, reconocible, personal. También se pueden identificar algunos de los principales ingredientes que intervienen en su “fórmula secreta”: el trasfondo filosófico budista, la mirada educada y sutil, la actitud indagadora y respetuosa ante el misterio de la existencia, lo cotidiano elevado a símbolo poético, el silencio vacío contemplativo que se llena con el vino de la conciencia exaltada, «con los oídos abiertos hacia lo infinito».” Raúl Aceves