Comprende las memorias de la vida parisiense de Stendhal desde 1821 hasta 1830. Una etapa de brillantes relaciones sociales y de una intensa actividad literaria. Un testimonio excepcional de la vida en los salones del París de la Restauración. Los Recuerdos de egotismo constituyen, dentro de la obra de Stendhal , una pieza básica que nos da la clave del paso de la vida a la consagración del arte; una vida que proseguirá con altibajos y en la que aún continuará desempeñando, desde luego, su papel fundamental el amor, por más que, perdidas ya parte de sus ilusiones relativas a la esperanza de cimentar cierto grado de felicidad en la tierra, el grenoblés tienda a refugiarse definitivamente en una escritura que poco a poco ira trenzando su hilo de Ariadna en torno a una serie de personajes alimentados con la vasta gama de posibilidades vividas o soñadas. Se trataba, en resumen, de recluirse en la ficción liberadora; hacer de la escritura catarsis –como su héroe por antonomasia, Fabrizio del Dongo– en cualquier cartuja lejana, rememorando las horas de amor recreadas por el ensueño.
