Siempre me causaron respeto y admiración quienes conociendo las dificultades de enfrentarse al “folio en blanco”, decidían afrontarlas y convertir ese sentimiento íntimo de expresarse en una profesión pública convirtiéndose en escritores. Bien es verdad que a estas alturas de mi vida, no aspiro a ser un escritor profesional, pues soy consciente de que Dios no me ha dado ni el talento, ni lainspiración necesaria, pero siento que la escritura me llena de placeres y reconforta mi espíritu, siendo más bien un cronista de lo que sucede, un relator de lo que ve y por encima de todo alguien que busca expresarse, alguien para quien la escritura como dice José Luis Sampedro en el libro de igual titulo, “ Escribir, es vivir”; —por lo tanto pondré blanco sobre negro en mis papeles lo que pienso y que los hados de la fortuna me sean propicios en forma de lectores atentos y ciertamente benevolentes. Dicen que quienes escriben lo hacen mayoritariamente de si mismos y en mi caso es verdad, la prueba la tienen en este libro, no solo en estos veintinueve artículos escritos y publicados en El Progreso en 1999, sino también en los artículos inéditos y en esta introducción redactados en 2006, pero…. ¿De quien sino podría escribir? Son mis pensamientos sobre mis propias vivencias y por lo tanto los conozco, lo demás sería ficción y de momento no me siento preparado para abordarla.
