Mahoma, concibe la revelación de la religión monoteísta como un único proceso que comienza con la Revelación de Yaveh en el Antiguo Testamento y culmina con la de Allah (en realidad la misma persona) en el Corán. No desdeña Mahoma la parte de Revelación que entre ambos textos corresponde al Nuevo Testamento y a su protagonista, Jesús de Nazaret, bien que no, por supuesto, en su condición de Hijo de Dios, condición que a un buen musulmán repugna, pero sí en la de profeta e incluso en la de Mesías.