La Teolog铆a de la Liberaci贸n sigue estando activa, en di谩logo leal con la nueva 茅poca desde la perspectiva de los explotados y excluidos. Su crisis deriva de dos frentes: la disminuci贸n de agentes pastorales comprometidos con ella y la necesidad de que los militantes y hasta los te贸logos vayan superando la relaci贸n ilustrada con la gente popular y se sit煤en a la altura de los tiempos. Estamos ante circunstancias mundiales y eclesiales distintas. La respuesta, pues, tambi茅n ha de ser diferente. Pero la tarea sigue siendo la humanizaci贸n de las personas y la sociedad. El evangelio y la fe cristiana tienen una palabra liberadora que ofrecer a los que buscan otro mundo que se perece muy poco a actual.