El gato sólo quería a Harry es un brillante ejercicio de introspección sobre la individualidad, en el que el autor adopta tres máscaras cinematográficas -Rick Blaine de Casablanca, Harry Lime de El tercer hombre y Charles Foster Kane de Ciudadano Kane- para mostrar y mostrarse caminos por los que desaparecer. Estos poemas nos proponen acompañar -o dejarse acompañae- a un ser que habita la tensa incertidumbre entre lo individual y lo colectivo, entre la tentación de abandonarse a la huida o de asumir la lucha como arma para mirar y transformar la realidad. El gato sólo quería a Harry ofrece finalmente un sujeto uno y múltiple, público y clandestino, consciente de su irremediable soledad, desde la que observa y espía la vida de los otros.