Una historia de las mujeres desde una perspectiva de género consistente supone la historización de la diferencia sexual. Implica por ello lo político, lo social, lo económico, lo cultural. Todas estas distinciones, que denotan zonas de eficacia de «la realidad» no pueden separarse de aspectos de la acción social como los referidos críticamente por la teoría de género. Por esto, una limitación al terreno discursivo, es sin duda un recorte parcial de esta problemática, y no incide adecuadamente en la abigarrada complejidad de las prácticas.