El amor, la muerte, las ambiciones artísticas, el anhelo por desvelar los secretos de los ancestros... En este río en el que confluyen los temas esenciales de la condición humana, seguimos el rastro de la protagonista y los personajes que la rodean con el asombro que sólo las grandes narraciones despiertan. Anna, una joven que vive en Burdeos, recibe a través de un notario el legado de su padre, Ángel, reconocido compositor: un molino en un pueblecito en Madrid. Allí iniciará la búsqueda de sus orígenes para desvelar el misterio que siempre ha rodeado su vida: la súbita muerte de la madre y la inexplicable desaparición de su progenitor. A partir de ese momento, la vida del compositor -con cuyas cenizas establecerá un diálogo- y la suya propia -sus trabajos como orfebre, sus amoríos, su embarazo- discurrirán en paralelo. A través de documentos y cartas, de diarios y conversaciones con su última amante, así como con el discípulo de éste, va descubriendo al personaje, sus virtudes y sus fantasmas, al tiempo que se sumerge en los ambientes bohemios y artísticos de Madrid. Novela reflexiva, de sinuoso movimiento interior, sutil retrato psicológico de los personajes pero también penetrante panorama de una época, Semilla de eternidad crece en torno a la idea de que existe un paralelismo entre el arte y el amor (la sequía creadora es como la imposibilidad de amar, la esterilidad ética como el desamor). Los altibajos en el camino de la creación y aquéllos en el camino del amor son similares, surgen de las mismas causas, aunque a la postre sea la vida la que se imponga a la creación.