La relación entre médico y paciente es una de las más complejas que debe asumir el ser humano a lo largo de su existencia. La preocupación por la salud y las cuestiones éticas vinculadas con la vida, la enfermedad y la muerte, siguen siendo las mismas que afectaban a la humanidad desde antiguo: el hombre moderno continúa sumido por las mismas urgencias, por la misma necesidad de verdad, de respeto y de comprensión. El maestro de todos los médicos, Hipócrates de Cos, decía en el siglo IV a.C.: La vida es corta y el arte, largo; la ocasión, fugaz, el experimento, peligroso y el juicio, difícil. Así, no sólo debemos estar preparados para cumplir con nuestro deber, sino que también deben cooperar el paciente, los ayudantes y las circunstancias externas. ¿Qué queda de aquellos ideales que iluminaban el quehacer de los médicos cuando vivimos bajo el imperio de la biogenética, de los laboratorios y en plena carrera científica? Con los avances médicos, la repercusión de la medicina en el ser humano es más profunda aun y los interrogantes, más complejos: ¿Pertenece la implacable verdad al enfermo o al médico? ¿Qué significa donar un órgano? ¿Es factible la eutanasia?
