Amar谩s al pr贸jimo como a ti mismo, dice la m谩xima que tanto molest贸 a Freud. Pero, 驴c贸mo habr茅 de amar al pr贸jimo -que no siempre me quiere bien, que tantas veces me goza, me ultraja- del mismo modo que a m铆? 驴C贸mo habr茅 de amarlo sin discriminar entre los diversos pr贸jimos, algunos cercanos y otros que me son indiferentes? Y sin embargo, postula Isidoro Vegh, cuando una m谩xima se erige como sost茅n de una religi贸n que lleva ya dos milenios, cabe suponer que ella ha tocado un punto fuerte de la estructura subjetiva: de all铆 la necesidad de desentra帽ar su sentido y ahondar en sus eficacias, no por veladas menos operantes. Con un tono coloquial y un h谩bil crescendo del voltaje te贸rico, el autor desemboza otro concepto no menos perturbador, en este caso de Lacan, el pr贸jimo es la inminencia intolerable del goce, para llegar a una afirmaci贸n del pr贸jimo como anudamiento que puede ayudar al sujeto a constituirse, a reencontrarse con la dimensi贸n de su propio ser y el mejor destino para sus goces.
