Es imposible definir Zen. Podemos saborearlo en la taza de té, percibir su aroma en el perfume a fuego de las hojas de otoño del incienso quemado en el Zendo (la sala de meditación), oírlo en el silencio del bosque y en el sonido de un shakuhachi soplado sin ser soplado, y escuchando atentamente a la distancia. Y también es posible, hasta cierto punto, percibirlo a través de las historias Zen. Esta antología reúne relatos que pertenecen al Registro de la Transmisión de la Lámpara, en el que Tao-Yuang , en el año 1004 d.C., guardó las historias de los grandes maestros del Zen en China, su lugar de origen.