Durante 379 días, el Gobierno de Eduardo Duhalde intentó lograr un acuerdo con el FMI, indispensable para asegurar la estabilización de la economía, y la normalización de la relación de la Argentina con el mundo. Fue un proceso dramático, en el que la burocracia del Fondo cambió permanentemente los objetivos, usó presiones de todo tipo, hizo pedidos imposibles de cumplir, y finalmente fue derrotada, abriendo el camino para una crítica generalizada sobre sus comportamientos en tiempos de crisis. El Gobierno de Duhalde debió hacer frente a pruebas críticas, como la derogación de las leyes de Quiebras y Subversión económica, el pacto fiscal con las provincias, todo ello en medio de la peor crisis económica de la historia, avanzando durante meses al filo de la navaja... En una decisión sin precedentes, decidió no pagar los vencimientos con el Banco Mundial y el BID hasta que no se aprobase el acuerdo global, llevando al país al límite del default total. Todo este proceso fue enmarcado por el enfrentamiento con la Corte, la que además de sabotear el plan económico, puso en repetidas oportunidades la negociación al borde del fracaso.
