Con El niño en la encrucijada la autora retoma sus investigaciones sobre las problemáticas subjetivas del niño, las mujeres y las madres, publicadas anteriormente en El niño en la ventana. La práctica psicoanalítica nos enseña que, si bien el niño -mediante la sintomatología infantil- ocupa el lugar paradigmático de objeto que divide o colma a la madre, ello no lo exime -en tanto ser hablante- de su responsabilidad de tener que elegir su propio camino por la vida. Especialmente si los niños tienen derecho a acceder a la experiencia analítica es porque a través de la misma cada analizante -confrontado al deseo del analista- tiene la oportunidad de poner en juego su decisión singular ante el cruce de caminos que le plantea el deseo de la madre y lo que la excede en tanto que mujer. Y en la perspectiva de la cura analítica, poder hacerse el propio camino al andar tiene -al final- sus con secuencias satisfactorias para el caminante.