Este Poema de la creación lo escribí en un bar de la calle Talcahuano, a media cuadra de Tribunales, en 1970. Conservo el pequeño cuaderno en que está volcado. Tiene 14 páginas manuscritas, y su letra es diminuta. Tiene 14 páginas manuscritas, y su letra es diminuta. El tema, la creación del mundo y del hombre, ha tentado a muchos poetas que, al fin, repitieron el relato de las Escrituras. Nosotros hemos eludido este riesgo. La era cibernética en que vivimos exigía una escritura distinta, un conocimiento que abarcara la totalidad de un universo que yo no se rige por el azar y el enigma. De las ideas del pasado en el Poema de la creación , hay una que retomo y siempre estará al acecho en la historia del tiempo: la ekpyrosis . Es decir, la destrucción cíclica del universo, como lo sostenía el estoico Zenón de Citio en el siglo IV a. de J.C. El mundo, decía, es corruptible y finito, y se engendra a sí mismo. Diógenes Laercio (VII, 97) cita su libro Del universo y agrega los de Crisipo, Posidonis y Cleantes. Juan-Jacobo Bajarlía Buenos Aires, 1996
