Cada día son los dioses, apúralos en la destreza de igualar tus manos con tus manos pues no diferenciándote de ti habrás conocido a quien te vive, y una vez terminada tu unidad siempre desde la lejanía no busques más en la aurora las azarosas luces; y sólo cuando comiences a saciarte con cada ser nacerás con cada uno ellos haciéndote dios de ti.