Este trabajo, estimado lector, trata del sentir vital de un hombre, Anacleto Ortueta Azkuenaga, que en los tiempos del Euzkadi es la patria de los vascos -frase con la que pol铆ticamente se identifica en la medida en que satisface sus aspiraciones de recuperaci贸n de soberan铆a usurpada-, hizo un encomiable esfuerzo por que sus compatriotas cayesen en la cuenta de que, en realidad, los vascos no necesitaban inventarse ning煤n pa铆s, que ni siquiera necesitaban inventarse un nombre con el que llamar a su territorio. Un hombre que trat贸 de abrir los ojos de sus correligionarios a la realidad hist贸rico-pol铆tica de Nabarra, la estructura pol铆tica de la que se dotaron los vascos mucho antes de que se pudiese siquiera vislumbrar el surgimiento futuro de la inmensa mayor铆a de los Estados-Naci贸n actuales. Ortueta es un independentista navarro. No fue el 煤nico de su tiempo, ni el m谩s conocido. Sin embargo, no podemos menos que valorar en su justa medida el que un hombre comprometido pol铆ticamente con el jelkidismo hasta 1930 -opci贸n pol铆tica que abandon贸 para fundar ANV, que luego tambi茅n dej贸-, hubiera descubierto desde su Vizcaya natal, tan enfrascada en el debate del nacionalismo aranista, del bizkaitarrismo, esa cajita m谩gica, esa referencialidad hist贸rica que permite estructurar un discurso pol铆tico coherente con el pasado y eficaz con el presente; no ya con aquel presente del siglo XX, cuya oportunidad ha perdido el independentismo vasco, vasc贸n o navarro, como queramos llamarlo, sino eficaz con el presente del siglo XXI. Gaizka Aranguren Urrotz