La prisa se ha convertido en uno de los más representativos símbolos del momento que nos ha tocado vivir. La celeridad, el reloj nos persiguen y acosan en todos los campos en que actuamos: en el hogar, en el trabajo, incluso invade nuestro ocio. De alguna forma debemos reaccionar contra la prisa si no queremos convertirnos en sus esclavos absolutos.