El valeroso soldado Schwejk ha llegado a ser el símbolo de todos aquellos que ven en la guerra un absurdo y el mundo como una extraña mezcla de horror y desatino. Como diría el propio autor, existen héroes ignorados, humildes, sin la gloria ni la historia de un Napoleón, pero cuyo carácter ensombrecería incluso la fama de Alejandro Magno.