Trazar unas líneas biográficas, por breves que sean, de la trayectoria personal y profesional de una escritora del perfil y la categoría de la ovetense Dolores Medio supone bucear en la carrera de una persona que vivió, desde el compromiso, buena parte de los hechos que marcaron su vida. En este sentido, su propio devenir vital acabó convirtiéndose en material sobre el que construir la ficción, sobre el que novelar. Es decir, la vida se fusionó con la ficción logrando un enriquecimiento bidireccional que resulta especialmente atractivo, tanto para el estudioso de su creación como para el lector de sus novelas y cuentos que jalonan décadas de la vida española que están dentro de su obra y le confieren en muchos títulos un valor extraliterario como un fresco de costumbres, de estados vitales, que discurren como un río caudaloso en cada jalón literario. Así, además del valor intrínsecamente literario de algunos de sus grandes títulos que gozaron, y aún hoy, siguen teniendo el favor del público y el respeto de los especialistas, existe esa posibilidad de rastrear en el alma de una ciudad provinciana asediada, en la hambruna y, también, en el esplendor o en la cotidianidad de unos personajes moral, ética y estéticamente insertos en su momento histórico, unos desde el conformismo, otros desde la rebeldía, así como en el Madrid literario y vital de los años sesenta siempre a través de la peculiar visión de la escritora. Quizá sea esta doble condición la que caracteriza, principalmente, y a muy grandes rasgos, la personalidad de una autora con un universo propio exquisitamente desarrollado, especialmente en lo que se refiere a una vida sin tregua, rica tanto en acontecimientos literarios como en los vitales. Y es que, a pesar de ciertos reduccionismos que encasillan la personalidad de Dolores Medio, destaca a través de sus escritos y de los testimonios de los que convivieron con ella, un carácter complejo, muy rico en la observación de la realidad en la que el compromiso se ve de forma práctica y no como algo te&
