Confuso y perdido a veces, encantador y simpático, el protagonista recuerda al Hugh Grant de Cuatro bodas y un funeral. A punto de perder su trabajo y ya dejando atrás la vida de veinteañero despreocupado para pasar a la de serio treinteañero, Daniel se siente algo confuso y no tiene muy claro qué hacer con su vida. Está enamorado de una mujer, Laura, con cierta tendencia a la infidelidad y cuyas aficiones son saltar en paracaídas o fotografiar perros. Y ahora tiene entre manos un extraño trabajo: elaborar las necrológicas de personalidades que por distintos motivos están en el infierno.