Difícilmente puede encontrarse en el panorama de nuestra historia contemporánea una figura que haya alcanzado el prestigio y la popularidad del general Weyler. El espíritu romántico de sus primeros años está presente, a lo largo de casi un siglo de existencia en todos los acontecimientos políticos de su tiempo: el reinado de Isabel II, la monarquía democrática de Amadeo de Saboya, la primera República, la Restauración de Alfonso XII y el reinado de Alfonso XIII, con el paréntesis de la dictadura de Primo de Rivera... Y en ellos deja patente, como rasgo esencial de su carácter, su inquebrantable lealtad al poder constituido y su talante eminentemente civilista, en oposición al militarismo subversivo que atraviesa políticamente el siglo XIX.