EL REPOSO Yo pasé varios meses en una cama. Boca arriba, dijo que era mejor el médico, sobre todo después de las comidas y sin dormirme. Y mis doce años contemplaban el techo de la alcoba un día y otro día. Enjalbegado de infancia, dibujaba en su blancura los rostros de los seres que me hacían compañía, unos de madrugada, otros en sueños, con los que me encontraba mi hermana, la mayor, al despertarme cada mañana entre pañuelos blancos manchados de un hilillo de sangre en las costuras.