Babel vive sola y se aburre mucho. Cuando no está pintando con los pasteles y la mermelada de fresa, va al Gran Museo, donde siempre fija la mirada en su cuadro favorito , el cuadro del Pequeño Ángel. Babel está entusiasmada. Cuando el objeto de su cariño cobra vida, Babel descubre que lo ha echado de menos toda su vida...