Gertrudis Gómez de Avellaneda es una de las figuras más apasionantes del siglo XIX. Disfrutó de enormes éxitos como autora de novelas y teatro. Admirada también por su poesía, casi toda biográfica, se la considera como una adelantada del modernismo. Esta mujer apasionada se dejó llevar por el corazón en su vida personal; acechada por el fuego destructor del amor sufrió terribles desengaños, viéndose su vida salpicada de escándalos. Luchadora y vital trató de entrar en la Real Academia Española sin conseguirlo, siendo esta causa perdida una de sus mayores frustraciones. Emocionadamente llega hasta nosotros, saliendo vencedora de la destrucción y del olvido, porque su desmedido corazón la redimió de la indiferencia. _ Soneto imitando una oda de Safo ¡Feliz quien junto a ti por ti suspira! ¡Quien oye el eco de tu voz sonora! ¡Quien el halago de tu risa adora Y el blando aroma de tu aliento aspira! Ventura tanta -que envidioso admira El querubín que en el empíreo mora- El alma turba, al corazón, devora, Y el torpe acento, al expresarla, expira. Ante mis ojos desaparece el mundo, Y por mis venas circular ligero El fuego siento del amor profundo. Trémula, en vano resistirte quiero... De ardiente llanto mi mejilla inundo, ¡Deliro, gozo, te bendigo y muero!