Ningún lugar, ningún reino del mundo antiguo fascina y atrae tanto como el Antiguo Egipto. A lo largo de las aguas del padre Nilo, en el curso de milenios, se desarrolló una cultura y un arte monumental, capaz de dominar gran parte de las tierras conocidas. Los restos colosales de las moradas de los dioses y las tumbas de los faraones están entre los monumentos-símbolos de la humanidad, pero adquieren mayor significado si se integran en la pequeña trama de la vida cotidiana, de la que los jeroglíficos y los hallazgos arqueológicos nos han devuelto casi día a día.