Si Seattle representó la resistencia, en Port Alegre se dio un paso adelante al establecerse un diagnóstico del mundo y esbozarse una propuesta. Pocas veces como en esa ciudad brasileña se ha podido asistir a un debate tan intenso y profundo sobre el modelo de dominación que corrientemente conocemos con el nombre de globalización. Y nunca antes se había atisbado con tanta claridad la idea de que el cambio es posible, aunque para conseguirlo la batalla va a ser larga y difícil.