En la ciudad de Ronda, diversas evocaciones a un gran poeta de lengua alemana se intercalan con monumentos a toreros del lugar, Escandalosa amalgama para quienes, en la Europa de nuestras obsesiones, ven incompatible la tauromaquia con la cultura y, sobre todo, con el arte. ¿Debe, pues, Europa repudiar Ronda? El taurino, partÃcipe en lo esencial del código de valores de civilización que esgrime su oponente, calla o asiente... sin dejar de acudir a la plaza. Se dirÃa que el taurino se siente motivado por una razón más verÃdica y profunda, sobre todo forjadora de esa humanidad en nombre de la cual argumenta el contrario. Otorgando a la tauromaquia la condición de 'escuela más sobria de vida y verdadero juicio final', que Marcel Proust reservaba para el arte, la fiesta de los toros aparece en las páginas de este libro como expresión de una exigencia indisociablemente ética y estética.