Esta historia de una dinastía de fabricantes de papel es rememorada por una persona que, sometida a la mágica atracción del agua, siempre vuelve a ella. Esa persona hace revivir ante nuestros ojos los retratos de sus antepasados. Recuerda las escenas veraniegas de su infancia y se imagina lo que pudo suceder en aquel entonces, cuando el tatarabuelo descubrió que el agua puede transformarse en papel y el papel en dinero; después, cuando el hijo del fundador de la empresa la defendió de los avatares de la Primera Guerra Mundial y consiguió salvarla; y más adelante, cuando la historia corrió peligro de tocar a su fin debido a la Segunda Guerra Mundial y a la inclinación por las musas que sentía su director. Fue una mujer la que entonces salvó la empresa, aunque fuera una salvación pasajera.