Vidas y opiniones de los filósofos ilustres constituye un fenómeno literario amado por algunos ydespreciado por otros. En los últimos años ha habido un resurgimiento extraordinario del interés por estaobra desde el ámbito de la filología, la filosofía y la traducción, convirtiéndola en una de las más citadas nosolo en filosofía, sino en toda la historia de la literatura. Es una fuente irrenunciable para el estudio denumerosos filósofos, escuelas y corrientes antiguas del pensamiento occidental. Las Vidas son, a pesar deNietzsche a quien debemos parte del descrédito de Diógenes, una suerte de laberinto filosófico y literario,en el que, aun faltando a veces puntos de referencia, ofrecen un testimonio personal de múltiplesmateriales desaparecidos. Un libro en el que se entrelazan, con un tono a veces sencillo y jocoso, filosofía yvida en una armonía singular y rara en la historia de la filosofía.El lector de las Vidas en general, y del libro IX en particular tiene la sensación de entrar en un collagefilosófico, ajeno a la tradicional y sistemática forma de estudio de la filosofía griega. Lo importante no essólo el afán reiterado de sistema, sino el énfasis en lo particular, lo concreto y valioso de la vida y de laobra de cada filósofo. En el libro IX, uno de los más complejos de toda la obra, nos encontramos conalgunos datos excepcionales, y con noticias misteriosas, originales e insólitas, que hacen de él uno de losprincipales retos de este trabajo. El libro está dedicado principalmente a repasar el grueso de la sucesiónque el propio Diógenes presenta en I, 13-15, entre Pitágoras y Epicuro, la línea filosófica denominadaitálica: Heráclito, Jenófanes, los Eleatas, los Abderitas y, por último, pero los más importantes, losfilósofos escépticos Pirrón y Timón.
