Desde que el ser humano olvidó el vínculo sagrado que nos une con el cielo, con la tierra, con el agua, con el aire, con el fuego y con el resto de los seres que nos acompañan en este viaje que es la vida, también se olvidó de su esencia mágica, de creer en las hadas e incluso se olvidó de sí mismo. Tan poderoso es este vínculo con la naturaleza, que aquellos que lo pierden suelen sentir un vacío en su interior que va creciendo y asfixiándolos cada vez más. No obstante, esa relación no está perdida, ya que el espíritu de la diosa, como una madre paciente, sigue esperándonos en cada amanecer, deseando...