Un diccionario de tópicos sobre Cataluña y de los errores conceptuales que cometemos al hablar del conflicto catalán La diversidad es riqueza. Pero solo cuando las diferencias se dan cita en la persona, como en un crisol se funden los metales o distintas hebras hacen un tapiz; la diversidad empobrece si se usa como pretexto para la segregación. Hay que construir puentes. Pero no en el mismo lugar y con los mismos defectos de construcción que propiciaron su derrumbe. No se puede judicalizar la política. En una democracia madura la política debe poder judicializarse: significa que vivimos en un Estado de derecho y no sujetos al arbitrio de nadie. El origen del conflicto es la sentencia del Estatut. El error fue querer encajar a martillazos un estatuto confederal en la Constitución. La sentencia no es causa, es pretexto. Podemos rescatar los artículos anulados. Bien anulados están: nada bueno había en ellos. Hay que dialogar. Pero respetando la ley, que es lo previamente dialogado. Este no es un libro sobre independentismo; es un libro sobre los mitos y los lugares comunes del lenguaje que se utiliza en el resto de España para describir el problema catalán. Este vocabulario, defiende el autor, no funciona y nos aboca a repetir, no ya el pasado, sino el presente.
