En las historias de Manos de lumbre, como diría Jean-Paul Sartre, no hay necesidad defuego, el infierno son los otros.Un escritor que practica el plagio literario, una mujer obsesiva bajo una maternidadmalentendida o una enferma frente al trance de elegir son algunos de los personajes deAlberto Chimal que conviven con su propio infierno, con su propio disimulo,manipulación o incertidumbre.Chimal enciende una prosa que subraya el matiz de lo fantástico y que explora siemprelímites, siendo así su literatura juego e hipnosis donde introducirnos y, posiblemente,quemarnos. De Alberto Chimal se ha escrito: Alberto Chimal nos recuerda que todo ocurre aquí, eneste mundo, en esta vida, en estas formas de imaginación de las que todos participamos,Francisco de León, Literal; Para los lectores algo cansados con el modo realista en el quese desenvuelve buena parte de la literatura latinoamericana contemporánea, Chimal es unescritor imprescindible, Edmundo Paz Soldán, La Tercera; Así funciona la narrativa deChimal: con potencia. Tiene poder, tiene eficacia, engancha, Sara Mesa, Estado Crítico;Chimal se acerca a la zona de la penumbra, de las amenazas y las identidades indefinidas,en donde reina la“belleza terrible”y donde lo desconocido y lo aterrador cohabitan,Carolina Herranz, Criticismo.
