Archiepiscopus Granatensis regis comissariusque , según llegó a autodefinirse en algunas de sus cartas, fray Hernado de Talavera fue algo más que el primer arzobispo de Granada tras la conquista castellana. Reunió, en efecto, una doble condición de pastor de almas y hombre de gobierno que, a decir verdad, no era extraña a la lógica de la hierocracia y tampoco repugnaba a la propia monarquía. No es éste, sin embargo, el eje conductor del presente libro, cuyo objetivo, además de unas necesarias pinceladas biográficas, se centra sobre todo en la obra religiosa, benéfica y cultural, así como en la condición de compositor musical, de aquel fraile jerónimo cuya conducta hacia los musulmanes granadinos que permanecieron en la capital del extinto reino nazarí estuvo presidida más por la persuasión que por la tolerancia, como a veces se dice para contraponerlo en exceso a su homónimo toledano, el cardenal Cisneros .