Todo comienza cuando en el 1992 en el Collado Sur del Everest unos escaladores presenciaron la agonía solitaria de un alpinista hindú, a tan sólo treinta metros de distancia de ellos. Desde el cobijo de sus tiendas observaron cómo les hacía señas con la mano. ¿Por qué estos hombres adoptaron, impasibles, el papel de espectadores pasivos de una tragedia? ¿Por qué no intentaron ayudar al moribundo? Unos años antes Joe Simpson había vivido una exsperiencia parecida, cuando le dieron por muerto después de caer en una grieta. Etonces tuvo conciencia de la soledad absoluta, del vacío, de la muerte sin nadie. Sus reflexiones condujeron demanera inevitable a este libro. En él vuelca sus contradicciones, sus dudas acerca de la evolución del montañismo. Héroes, cobardes, amigos, competidores. A trevés de anécdotas y conversaciones con otros montañeros... cotemplamos esa otra vertiente del montañismo, a veces vergonzante, siempre humana.