En el empeñoso y arduo trabajo de investigación para una tesis de Maestría en Psicoanálisis -devenido ahora libro-, Hilda Karlen Zbrun se ha propuesto recuperar el peso del concepto de las resistencias en la práxis psicoanalítica, concepto que -advierte-, fue poco a poco dejado de lado por los psicoanalistas. De las diversas aristas y recodos que traza la autora conviene destacar la íntima relación de las resistencias con la puesta en marcha del trabajo analítico: La resistencia es un hecho de estructura, inherente a la experiencia analítica y sólo dentro de esa experiencia ha de rastrársela anudada a la transferencia, a la repetición de goce y al saber no sabido del inconsciente. Es el camino que se propone desandar, por ello va en procura de las resistencias en la práctica psicoanalítica, en tanto en esa práctica se trata del sujeto que habla, y allí donde se desliza el discurso está la resistencia, está el goce lenguajero. Pero del lado del analista está la escucha y también la palabra, desde ese lado es donde más se instala la feroz resistencia, por ello la autora desecha el concepto de contratransferencia, para destacar en su lugar el de resistencia del analista. Interesante el sesgo que ha tomado ya que, como dice, en los últimos tiempos, se fue abandonando la cuestión del deseo del analista para instalar la superada noción de contratransferencia. Ahora bien, ¿cómo sortear el obstáculo de las resistencias en la praxis analítica que, cual tonel de las Danaides, parece inagotable?
