Nosotros ?el monje y el ejecutivo? llevamos ya mucho tiempo dialogando. El punto de partida de este diálogo fue un coloquio público celebrado hace dos años, en el que estuvimos sentados uno frente a otro y nos vimos obligados a plantearnos preguntas tan difíciles como las siguientes: ¿Tienen los valores aún algo que decir en la economía? ¿Cuánto de ejecutivo late en un monje? ¿Cuántos miramientos puede permitirse un alto ejecutivo? ¿Qué significan para nosotros el dinero y el beneficio? En aquel momento no pudimos abordar a fondo estos temas, pero desde entonces hemos intercambiado sin cesar opiniones sobre tales cuestiones. A un lado está ANSELM GRÜN, monje benedictino de la abadía de Münsterschwarzach, en las cercanías de Würzburg (Alemania), que, como administrador del monasterio, es responsable del desarrollo económico y las finanzas de una comunidad de trescientos monjes y empleados, a la que pertenecen veinte empresas artesanales. Y al otro lado, JOCHEN ZEITZ, cosmopolita y, desde hace dieciocho años, jefe de la empresa de artículos deportivos Puma, que cotiza en bolsa y tiene su sede central en la Franconia. Una marca presente en el mundo entero, que cuenta con más de nueve mil empleados y da trabajo en sus fábricas a más de ciento cincuenta mil personas.
