Historias desde la cárcel no es un libro cualquiera. Sus autores no pretenden la gloria literaria, ni buscan pedir perdón por su pasado, sencillamente cuentan su vida y cómo la cárcel la ha cambiado. Sus relatos no son una lectura amable, en muchos se nota que están escritos con gran esfuerzo, porque no es fácil exponer la propia vida cuando contiene tanto dolor, tantas dificultades, experiencias tan duras de maltrato familiar, fracasos afectivos, problemas económicos, y, en ocasiones, los caminos que les han llevado a la droga como paso previo a la delincuencia y en definitiva a la privación de libertad, a la cárcel. No espere el lector una lectura cordial, pero sí esperanzadora. Duele leerlo pero al final el mensaje es positivo. Me quedo con la frase de uno de los autores, que dice que ya ha aprendido de todo lo malo; ahora me queda descubrir todo lo bueno que hay en el mundo: Es esta, sin duda, una ocasión de conocer tanto el enorme esfuerzo de unas personas por rehacer su vida, como el trabajo de quienes les ayudan a logrado. Unos y otros nos hacen renovar la confianza en que la cárcel, más que un lugar de castigo, es una posibilidad de reinserción.