La vida de la Iglesia siempre ha sido rica en personas cuyo amor por Cristo definía la totalidad de su existencia. Es también el caso de Joseph Ratzinger, protagonista de excepción del cambio de milenio, quien pone de manifiesto en esta autobiografia, pelna de sentido del humor, inteligencia y pasión, que toda su vida ha estado y está marcada por el lema que escogió para su escudo episcopal: Cooperatores veritatis.