Altar de los días parados es la expresión de un itinerario que enlaza la individualidad que subyace en toda creación con las instancias de lo colectivo -donde aguardan la realidad, el amor, los reductos de lo cotidiano-. Ante la carencia de un yo que ni se admite ni se reconoce, de un tú que ni en la dicha del amor dejamos de perder, de un dios del que sólo queda la ausencia, de una justicia social apenas posible; ante la carencia misma del lenguaje sólo cabe, paradójicamente, hablar. Batallando con un lenguaje que se desnuda o se disloca para indagar en todas las dimensiones donde pueda residir la nueva realidad que inaugura lo poético, Julieta Valero nos muestra un territorio en el que conviven dialécticamente la denuncia y la esperanza. Una certera apuesta por la renovación de nuestra lírica.