El libro que tenéis en las manos está especialmente recomendado para los padres y las madres de esos niños y adolescentes de hoy en día que lo tienen todo, que crecen o han crecido con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y con muchas cosas más, que ya existían antes o nuevas de ahora. Este libro, no exento de humor, les ayudará a reflexionar e incluso a replantearse las relaciones padres-hijos para impregnarlas de sentido común, un concepto que en nuestras sociedades, tan tecnificadas, expertas y modernas, a menudo --demasiado a menudo-- perdemos de vista. Es absolutamente imprescindible arremangarse ya en la educación de los hijos, porque nadie puede sustituir a los padres, ya sean éstos biológicos o adoptivos. En estos tiempos de cambios e incertidumbre que vivimos, parece que hemos pasado de la autoridad paterna incuestionable, gracias al argumento irrefutable del tortazo o la colleja, a la autoridad paterna inexistente porque queremos ser padres guais y modernos y simpáticos... Adjetivos que quedan eclipsados siempre que de la boca del padre o de la madre surge un no rotundo dirigido a los hijos. Un no que, además, comporta un mar de gritos, lloros y pataletas que el adulto-padre-madre querría, a poder ser, ahorrarse... Pero el peligro de ahorrarse la pataleta que sigue al no es que nuestros hijos acaban por no aprender que hay unos límites --en este mundo y en la vida que vivimos-- que conviene no atravesar si no queremos herir a aquellos que tenemos a nuestro lado, y que sin este aprendizaje básico no funciona nada, ni en la vida de los padres ni en la vida de los hijos.
