Dar a conocer al gran público la hasta ahora desdibujada, e incluso enigmática, figura del pintor y fraile dominico Juan Bautista Maíno (Pastrana, 1581-Madrid, 1649) es el objetivo de la exposición que le dedica el Museo del Prado comisariada por Leticia Ruiz Gómez. La importante personalidad artística del pintor, sin duda uno de los principales introductores en España del primer barroco italiano, queda evidenciada en la enorme calidad de sus obras, destacando el conjunto de lienzos para el retablo de San Pedro Mártir de Toledo y el extraordinario, por muchas y variadas razones, cuadro de La recuperación de Bahía, destinado en un principio al Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. El catálogo que acompaña la muestra va más allá de reflejar el contenido de la misma y, acercándose a la idea de catálogo razonado completo, aspira a recoger toda la obra conocida surgida de los pinceles de Maíno. Por ello, en él se incluyen trabajos que, como las pinturas murales de San Pedro Mártir de Toledo o ciertas obras en paradero desconocido, evidentemente no se pueden incluir en la exposición. Además de cada una de las fichas catalográficas, elaboradas por la comisaria y por Margarita Cuyàs, María Cruz de Carlos, Javier Docampo, Fernando Marías, José Milicua y Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, el libro cuenta con cuatro ensayos que nos introducen en la figura del pintor dominico. Dos de ellos a cargo de Leticia Ruiz y centrados en la personalidad del pintor, tanto en lo artístico como en lo biográfico. La estancia italiana, en concreto en Roma, es estudiada por Gabriele Finaldi, Director Adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado. A la vida y producción de Maíno tras su vuelta a España está dedicado el último ensayo, a cargo de María Cruz de Carlos y Fernando Marías. La exposición cuenta además con una serie de obras de pintores vinculados, de un modo u otro, con la obra de Maíno. Destacan, entre otros, Caravaggio, el Greco, Annibale Carracci, Guido Reni y Vel&aac
