Lo que aquí se relata contiene varias historias y dos líneas argumentativas que coinciden en la síntesis del discurso patriótico. Por un lado se sigue el derrotero de la representación de la independencia de México respecto de España con los héroes que fue enalteciendo, hasta colocar en el lugar más alto a Miguel Hidalgo y Costilla, a quien una canonización laica le dio por nombre el Padre de la Patria. En la Reforma se actualizó ese discurso porque se trataba de la segunda independencia de México. La idea de unir el Castillo de Chapultepec con el Palacio Nacional en el Zócalo de la ciudad de México –una idea original del emperador Maximiliano– culminó con una arteria rescatada por la ideología liberal; por ello se le denominó Paseo de la Reforma. Los intelectuales que habían participado en ese movimiento predicaron con su radicalismo “la nueva religión de la patria, estableciendo un canon de héroes nacionales y un calendario de festividades patrióticas”, como afirma David Brading . Hacía falta una obra que recorriera los momentos culminantes que le dieron vida y perfil incomparable a lo que fue concebido como un libro abierto para que los mexicanos conocieran su historia. La Patria en el Paseo de la Reforma rescata esa intención y pide a los lectores detenerse en sus páginas como si lo hiciera frente a cada uno de los monumentos y estatuas expuestos en ese paseo. El libro incluye noventa y ocho biografías de los héroes y próceres representados o mencionados, según la decisión de cada una de las entidades federativas que conforman la República.
