Un religioso se hace cargo del archivo de una apartada casa señorial en los últimos años del s. XVIII. A su lado, el relojero de cámara recibe el encargo de construir un autómata al modo de los que se lucen en la Corte. En ambos casos, no se trata más que de satisfacer la vanidad del noble. La amistad que surge entre ambos, dos hombres solos, subsiste a lo largo de varios años, aunque caminen por dos sendas divergentes, una hacia Dios y el mundo, otra hacia el aislamiento y la locura. La vieja historia que atesora el relojero en su memoria concluye, o por mejor decir, culmina simbólicamente, con el fin violento de una era. Escrito en primera persona y, en parte, de forma epistolar, La casa del autómata trata de la soledad, de la envidia, la vanidad y por fin, del amor como instrumento universal de redención.