Cuando en 1980 escribí mi primer libro: El equilibrio cuerpo-mente, prometí estructurar un texto sobre la técnica de las Artes Marciales, con la sana idea de ofrecer al lector las herramientas necesarias para evitar que, el mal aprendizaje de la técnica; norma habitual en la mayoría de los gimnasios de deportes marciales, le generara problemas psicofísicos que le impidieran gozar de los beneficios que reporta la acción física-emocional-mental y espiritualmente centrada en el Hara. Intentar enseñar a diario durante más de treinta años a mis alumnos en ese comprometido sentido; que exige del practicante y del docente una gran humildad y capacidad autocrítica, me fue dando la medida de la dificultad de cumplir con mi promesa, por supuestamente loable que pudiera ser mi intención. A pesar de todo, el libro está escrito y no hay en ello nada de paradójico. Consciente de la imposibilidad de rizar el rizo más allá de lo posible, me he limitado a recoger y describir los aspectos más básicos y fundamentales en el aprendizaje de la técnica del Arte Marcial, siguiendo el planteamiento de lo que debería ser la progresión normal en un dojo. El libro más valioso es el que escribe cada cual al confrontar, centrado y a diario, la pluralidad de estados existenciales que se van sucediendo sobre la realidad especular del tatami.