Morir al raso pretende llenar el vacío aparente que hoy presentan los vestigios físicos de la guerra civil española; reconstruir, en sobrias pinceladas, la vida cotidiana del combatiente de uno y otro bando en inestable equilibrio sobre la delgada línea que separa la vida de la muerte. La guerra no es sólo incertidumbre y angustia. Es, sobre todo, tedio, bruma de tiempo detenido, añoranza de los seres que han quedado en retaguardia, inmersión en un absurdo vital que produce usura y una fatal melancolía.