Los madrileños aman su ciudad por naturaleza, por instinto, sin complejos. Si tienes la suerte de que te lleven a dar un paseo en coche, te darás cuenta de que los madrileños están mucho más pendientes de señalar emocionados las vistas del exterior que de la calzada. La ciudad ha cambiado mucho en las últimas décadas, pero todavía conserva todo lo que adoran los visitantes: buenos restaurantes y bares, barrios con personalidad en el corazón de la ciudad, así como espectaculares colecciones de arte y parques preciosos. Los visitantes se toparán con una ciudad dinámica y siempre tiene nuevos bares, restaurantes y espectáculos que ofrecer.