En 2005, Nicolas Wild , dibujante de cómics sin domicilio fijo, encuentra por fin un curro hecho a su medida. El único problema es que está un poco lejos: en Kabul, en un Afganistán recién salido de la guerra. Aquí lo tenemos, pues, trasladado a una capital en crisis, con el encargo inicial de crear una adaptación en cómic de la Constitución afgana. A partir de entonces, y durante varios años, se convierte en un observador privilegiado de la tímida y frágil reconstrucción del país. Una mirada irónica y acertada de la realidad en Afganistán, un país de plena actualidad.